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parafrasis

La constitución del campo de la comunicación social

Podríamos comenzar señalando que el campo comunicacional se constituye a partir de la emergencia de los medios masivos de comunicación. 

No es una afirmación arriesgada, muchos autores así lo manifiestan. La progresiva conformación como campo disciplinar de la comunicación "se debe, principalmente, a la emergencia y consolidación de los medios masivos de comunicación como articuladores del espacio público moderno" (Hugo Quiroga y ots. Documentos de trabajo del Proyecto Ciclo Inicial Común en Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Litoral, 2007)

Esta observación, sin embargo, no está exenta de  impugnación por parte de algunos referentes de espacios curriculares vinculados con las ciencias del lenguaje (lingüística, semiótica, etc.) quienes sostienen que el campo disciplinar de la comunicación trasciende ese límite temporal-tecnológico-político  o el recorte que puede inducir la aparición reciente de los medios masivos.

Si adhiriésemos a esta última concepción deberíamos buscar las primeras manifestaciones del campo en la lingüística saussureana o aún mucho antes, en la retórica aristotélica.

Pero sostenemos que no se trata de eso.

El impacto sobre lo social, la significación política y las implicancias culturales devenidas de la manifestación pública de los medios masivos (fundamentalmente los electrónicos) otorga al campo de la comunicación una dimensión que excede el objeto “lengua-habla”.

El mismo autor citado sostiene que “es en este marco que el hecho básico, antropológico, de la comunicación humana, empieza interrogar al discurso de las ciencias sociales. No antes de ello pudo haber sucedido, es decir, no antes de que adquiriera, la comunicación, dicho estatuto eminentemente público, comunitario, cultural”.

Desde esta perspectiva es posible afirmar que la comunicación como campo se viene desarrollando desde el interior y por fuera de, por ejemplo, la sociología, la ciencia política, la antropología o los estudios culturales.

Tan es así que las referencias primarias que  aparecen frente al interrogante acerca de la constitución del campo nos remiten a los trabajos de Lasswell, a la teoría de “la aguja hipodérmica”, al esquema clásico de emisor-mensaje-receptor. Además de la teoría de los efectos limitados o el doble flujo de Lazarsfeld, la teoría de los usos y gratificaciones, etc.

Todas ellas provenientes de la teoría política y estudios sociológicos en el marco del funcionalismo clásico norteamericano y en el contexto de la irrupción de los medios de comunicación a extensión masiva.

Aunque también, contemporáneamente a aquellos estudios, se pueden mencionar los trabajos de las dos generaciones de la Escuela de Frankfurt, pero ya desde otras disciplinas como la filosofía o las teorías marxistas y neo-marxistas y desde la perspectiva crítica.

Sin dejar de mencionar además, los estudios culturales (antropología), el aporte más reciente de la sociosemiótica de Umberto Eco y Eliseo Verón, el neo-estructuralismo de Foucault (discurso y poder), las contribuciones del psicoanálisis (Lacan, el discurso del amo) y la psicología social.

Como vemos, la constitución del campo –eminentemente ligada a la concepción del objeto “comunicación”- proviene, diríamos, de una epistemología convergente (categoría que hemos tomado prestada de Enrique Pichon-Rivière). Lejos de plantear un eclecticismo confuso, más cerca de una integración pertinente de diversas teorías que definen el objeto.

Entonces, delimitar el campo de la comunicación implicaría a priori, definir el objeto. Evidentemente, no nos consideramos lo suficientemente autorizados para precisar ese recorte, aunque de todo lo relatado hasta aquí podemos visualizar que el campo disciplinar de la comunicación social puede establecerse indisolublemente vinculado al impacto social, político, cultural, económico y aún subjetivo de los medios de comunicación masiva.

Esa afirmación puede inducir a pensar la comunicación social -ya como campo disciplinar- como tributaria del discurso mediático, de la revolución tecnológica y de la TV como principal artefacto constructor de sentido.

Esta última es una conclusión reduccionista peligrosamente legitimada (el mediacentrismo) que confunde objeto con campo y con el proceso de constitución de éste. Por eso es necesario precisar que el objeto comunicación desborda los márgenes de aquello mismo que hemos establecido como el fenómeno empírico impulsor del proceso de constitución del campo comunicacional.

Podemos concluir que el campo disciplinar de la comunicación social es un campo disperso, conformado inter y transdisciplinariamente. Campo disperso que provoca incertidumbre. Estatuto que, paradójicamente, constituye su principal fortaleza.

 

 

1 comentario

Martín Elgueta -

Me da la impresión que el artículo es una zambullida sobre el estatuto epistemológico de la Comunicación Social sumamente jugado. Muestra así algunas de sus discusiones nodales en el diálogo interdisciplinario que suscita. Pero además, los autores (ustedes mismos) se han "autorizado" (pese a desautorizarse en un momento del artículo) a realizar este tipo de exploración. Celebro entonces hayan asumido ese riesgo y espero sigan "autorizándose" en el futuro.